El 26º de los 101

Por mi culpa, por mi grande culpa. La culpa es enorme como aquel gozo en el alma (¡grande!), gozo en el alma. Pero la culpa cambia la ge de gozo, (¡grande!) gozo en el alma por una pe. Pozo (¡hondo!) en el alma que queda.

La culpa es un temporal gris y y ventoso peinando tus minutos. La culpa es drama y huele a incenso de iglesia.

Mea culpa y de nadie más.

Mea culpa. ¿Qué hice, qué he hecho?

Me declaro culpable de todos los males posibles, sobre todo en las horas de insomnio. Me declaro culpable de huir a menudo, sobre todo de mí. Me declaro culpable de construir muros y negarlos a la vista.

Si estas frases de filosofía barata no bastasen, busquen mi culpa en útero:

Dice la copla inventada

(dice la vida real)

mujer y carácter

se llevan mal

mujer que no busca amor,

amigo, ésa no es de fiar.

Mea culpa es la provocación en el pudor ajeno, en la vergüenza que os falta para el exhibicionismo sentimental, ¡no quiero veros, no quiero creeros, no soy santo Tomás!

Hay que ser sádico para crear una oración de fe (rezo, esperanza, confianza, anhelo) en la que pides que repitan tres veces tus fieles “por mi culpa”.

No quise tirar la piedra u olvidé esconder la mano. ¿Acaso la culpa depende del bando?

Natalia Sanguino Escrito por: