El 86º de los 101

Me niego. Ya sé que hay muchos animales muertos de pena. Vi After Life (serie de Netflix) en parte porque sabía que a la perra del protagonista no iba a pasarle nada. Dicen que los abuelos deberían ser eternos. Añado a los animales que forman parte de nuestra vida.

La historia de mi gata Luna es que fue mi compañera de piso durante 18 años. Yo era su humana y es curioso cómo no puede entender esto quien no lo haya vivido. 

Eso sí, jamás me referí a ella como mi hija, qué repelús.

Esta no es la historia de una mascota como pide el epígrafe del ejercicio. Mira, llevo 85 ejercicios hechos ya, contando historias que no supe ni por dónde empezar o que repetí porque no me convencían, pero aquí me planto. Porque si escribo sobre un animal, sobre su muerte y la tristeza, escribo sobre Luna, como tantos otros tendrán diferentes nombres en sus recuerdos. 

Me salto pocas normas de forma consciente, apenas le echo morro a la vida, no sé hacerlo, no estoy cómoda. Así que déjame hacer esto. Si escribo de animales que sufro, dejo de escribir y lloro. Así que no existe la tristeza aquí. Luna se fue, sí, pero en mi memoria sigue y yo sigo en un extraño duelo. Lo acepto, porque ¿qué otra opción tengo? Luna se fue y ojalá haberla disfrutado con el confinamiento de 2020. 

Mi contrato actual de alquiler me impide tener animales en casa. 

Luna no murió de tristeza sino sacrificada (qué poco me gusta este verbo) por un veterinario, porque no me di cuenta a tiempo de lo que le pasaba.

¿Quién puede maltratar a un gato o golpear a un perro? ¿Quién puede permitir que mueran de pena?

Recuerdo cuando hace años surgió la posibilidad remota de ir a trabajar a Montevideo. Uno de los factores que me agobiaba más era el viaje de Luna en avión. Tantas horas y tan mayor. ¿Y si no lo superaba? Ni me planteé dejarla atrás, era mi compañera de piso. Entonces, si la abandonaba, sí que la hubiera matado. Por suerte, en ese sentido, el puesto no salió. No tuve que decidir y Luna, ignorante peluche de ojos de canica, siguió feliz hacia su vejez.

De tristeza no, todos deberíamos morir de viejos y con mucho amor. No sé hacer más poesía con esto.

Natalia Sanguino Escrito por: