“Sí, cariño, sí, qué manos más frías tienes… Ven, que yo te las caliento, mételas dentro, así, dentro de mí, verás qué rica estoy, no vas a parar de lamerte de gusto, saboréame despacio, así, muy bien, ¿quieres más? Quiero sentir tus dedos por todos mis huecos, has oído bien, mátame, mátame con tu placer, ¡sí, más, más, puedes agarrar más con tu mano, sí! Oh… No, paras, ¿eh, chico malo? ¡No quieres darme un descanso, cómo eres! ¡Me encanta! ¡Cómemelo todo, todo! ¡Todo!
¿Y esto? No, no, por ahí, no, ¡ay! Me has arañado, es que este no eres tú, esta no es tu mano. ¿Tu novia? ¿Que tienes novia? No, no, esto a dos manos no va a funcionar. Quiero ser solo tuya, solo tuya… Dile que va a retener líquidos, que tengo demasiada sal, ¡díselo, díselo, cariño! No quiero sus manos, me hacen daño con los anillos, ¡me voy a romper! ¡Ah! ¡No quiero un trío, no tengo un tamaño para esto!”
– Antonio, ¿quieres quitar la mano, que yo también quiero palomitas?
– Vida, las he pagado yo.
– Vida, te dije que tenía hambre. Antonio, quita la mano.
“¡Sois idiotas o qué! La mitad de lo que soy está en el suelo. ¿Qué chista la gente? ¿Qué chs ni chs? ¡Pero recogedlo, guarros! ¡No lo apartéis con el pie! No, y ahora encima no me toca ninguno. Si yo sabía que me habría ido mejor viviendo en un cine de los del centro de la capital, de los de versión original. No aquí, en el extrarradio. Que me hicieron creer que tendría una vida más interesante y mírame, desperdiciada, apartado lo que me compone por pies con zapatillas de marca, que esta gente se cree que la clase se compra, ¡que me atendáis os digo! ¡No me podéis dejar a medias! Genial, ahora estáis discutiendo a susurros. Más tontos y nacéis nachos con queso, de verdad os lo digo”.
(La premisa: Eres una bolsa de palomitas en el cine)